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miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL GUITARRISTA QUE NO SABÍA TOCAR (EL RETORNO)

"Desde el mismo principio, cuando oía aquellos solos en los viejos discos, yo me decía: he aquí un instrumento que puede transmitir verdadera obscenidad. Si hay un instrumento capaz de hacer ruidos obscenos, es la guitarra. Seamos realistas, es muy posible que la guitarra sea el invento más blasfemo del mundo. Por eso me gusta... El hedor apestoso de una guitarra eléctrica tocada demasiado fuerte: eso es lo que yo entiendo por pasarlo bien".

No suena mal, eh? Pues no, pero es Frank Zappa y no yo el que dijo estas palabras en una entrevista perdida en el tiempo. Sin duda un tipo que se expresaba muy bien (que no por ello correctamente), y que tocaba infinitamente mejor que yo. Bueno, que yo y que el 90% de guitarristas mundiales, pero no son ellos los que están plasmando palabras trasteadas, amontonadas en frases desquintadas, en el teclado de un portátil.

He empezado con la cita de Zappa porque fue un texto con el cual empaticé en cuanto lo leí. No sabría determinar cual fue la fecha en la que quise empezar a tocar la guitarra. No me lancé un día ahorros en mano a la tienda más cercana. Fue, como suele ser todo en mí, un periodo evolutivo bastante largo.



Sobre los 12 años empecé a escuchar Heavy Metal. Si! lo puedes creer? Entonces sólo estaba el Heavy! Todas las variantes que fueron alargándose bajo tierra como si de las raíces de un árbol se tratasen tal vez empezaban a existir, pero aun no tenían más que el nombre del tronco de dicho árbol. El video de The Trooper de Iron Maiden, emitido en los añorados "minutos musicales" de la tele, me hizo ver que aquella música que ya había escuchado antes, pero a la que no había puesto cara, era algo realmente peligroso. Ahora veo el video y me río con la cantidad de poses y estereotipos metalúrgicos que contiene, pero no pienso renegar de él, pues tiene gran culpa, para bien o para mal, de lo que soy hoy en día. Pero no! No fue ese momento en el que quise empezar a emular a aquellos tipos melenudos que movían los dedos tan rápido. Yo quería ser Nico McBrain, el batería! No tardé demasiado en montar un kit de percusión en casa, con tambores de colón, un timbal de juguete, y una bandeja invertida. Al cabo de poco tiempo, me di cuenta de que, por mucha intención que le pusiese, aquella batería doméstica no sonaba como la de Nico, así que desistí.

Pasaron los años, pero no mi afición por la música pesada, y aquellas guitarras crujientes que apestaban y sonaban demasiado altas, así que con 16 años apunto de cumplirse, fui a mi primer concierto, la primera edición del Monsters of Rock en España. Concierto de Manzano (?), Anthrax, Helloween, Metallica, y Iron Maiden en la Monumental. Evitaré hacer el símil fácil de que aprovechando el entorno taurino, fue entonces cuando me lancé al ruedo de lo que ahora se conoce como Air Guitar! Vaya... ya lo hice... Bien, no fue así exactamente! La primera actuación y media me la pasé atemorizado por unos tipos que parecían más peligrosos que Murray y Harris en el video de The Trooper y que amenazaron con robar la recién comprada gorra de Maiden que tenía un chico sentado casi a mi lado, pero unas horas después, cuando Metallica tocó Seek and Destroy, empecé a mover dedos, manos y cabeza como si yo fuese el que hacía volverse loco a todo el público. Si!!! Aquello era muy divertido! Imagínate si además de mover los dedos de la mano que toca, tuviese una guitarra colgada! Pensé.

Aquello tenía que desarrollarse! No podía desperdiciar tanto talento contenido! Yo estaba seguro de que la gente de mi alrededor, incluyendo los tipos peligrosos, pensaban que yo era un guitarra consumado al que no habían permitido acceder al concierto con su instrumento! Seguramente me miraban pensando en hacerse con la gorra de Anthrax que me compré en cuanto se me cayese meneando la cabeza. Pero yo estaba convencido de mis posibilidades! Así que no tuve otro remedio que dejar que el talento virtuoso fluyese!

No! Aquí tampoco pasé por caja y salí guitarra en ristre... Había que afianzar la técnica! Durante semanas, meses, y años, me tele transportaba a locales de ensayo virtuales mediante unos auriculares conectados a la minicadena Amstrad de mi hermano, escuchando discos sin parar mientras hacía un guitarreo ficticio mucho más elaborado, y a la par que blandía un clip desdoblado y vuelto a montar en forma de triángulo, supliendo mi ausencia de púas. Si, puedes reírte, pero he de confesar que a veces me equivocaba tocando y tenía que levantar la aguja del tocadiscos y volver a empezar la canción, pero ya lo dicen: La repetición hace la perfección! Pero yo ya estaba creciendo y veía la verdad! Hice un extenuante ejercicio de autocrítica y pensé que ya era hora de tomarse aquello en serio de verdad, y dejarse de simulaciones...

...así que le pedí a mi entonces novia que, cuando tuviese que regalarme algo, me regalase... Una guitarra??? Si hombre... con quién crees que salía? Una púa!!! Yo quería una púa de verdad! Estaba harto de pincharme con la punta del clip! Y si! Aquella chica, que segurísima sabía que dentro de mí había un Guitar Heroe luchando por salir, se presentó con no una, sino 4 púas! 4 púas marrones Dean Markley 0.71 mm! No sabía que significaba eso, pero debían ser las mejores del mundo! Recuerdo que mi hermano se reía de mí al ver lo contento que estaba con semejante presente, y me decía que el precio de mi felicidad debían ser unas 120 pesetas (unos 70 céntimos). Más o menos se reía como tú ahora mismo, con un poco más de crueldad. Pero ya podía carcajearse! Ya lo tenía casi todo para ser un guitarrista de verdad!

Por supuesto, vi que simular el tocar la guitarra con púas auténticas era mucho mejor! Además tenía 4, con lo cual podía lanzar una al público invisible cuando acababa de sonar South of Heaven de Slayer en los auriculares. Pero el chisporroteo de los vinilos, cada vez que acababa la Cara A o B, me devolvía a la realidad. Me estaba resistiendo demasiado! Ya había sobrepasado la veintena y aun no tenía mi guitarra eléctrica! Debía conseguir una antes de los 21 y dejar un bonito cadáver!... No podía pasar directamente a una potencialmente mortal guitarra eléctrica, así que recuperé, de encima del armario de mi habitación, una guitarra española tamaño cadete que me regalaron para mi primera (y última) comunión. No sin mucho sufrimiento pude, tras semanas, poder pulsar con la púa de la mano derecha, la misma cuerda que tenía seleccionada con un dedo de la mano izquierda.  Tras muchísima práctica llegué a interpretar pequeños fragmentos, lo más fáciles (pero que muy muy fáciles) de algunas de mis canciones favoritas. Lo hacía con una vergüenza infinita. Aquello no se podía silenciar con auriculares. No había ni trampa ni cartón. Una mañana, tras "interpretar" algo que intentaba ser el riff inicial de Countdown to Extinction de Megadeth, se abrió la puerta de la habitación. Mi hermano se asomó, y para mi asombro, me preguntó "como has aprendido a tocar eso?". No era una burla, ni un reproche! Había cierta impresión en su rostro! Y si aquello funcionaba?

... No recuerdo bien, pero creo que no advertí a nadie a donde me dirigía aquel martes por la mañana. Pasé por el banco y saqué una buena parte de mi sueldo. Con sudor frío traspasé la puerta de la tienda de instrumentos del barrio, aun dudoso de si debía dar ese paso. Mis padres me increpaban sólo con el volumen al cual escuchaba la música en mi habitación! Como para decirles ahora que el sonido ya no iba a provenir de un estudio de grabación!... aun así entré en La Lonja del Instrumento... Si, no es uno de mis símiles, la tienda se llamaba así! Me atendió un chico delgado y muy alto, alguien a quien escuché nombrar como Miguel. Poco iba a sospechar de que 23 años después yo podría presumir de tenerle aun como amigo. Tras escuchar mis pretensiones, y no sin antes analizar mi presupuesto, me recomendó 2 guitarras, y me decidí por una de ellas, que ya había estado contemplando desde la puerta de cristal días antes. Yo estaba harto de ver a super guitarristas con Gibson colgadas, y los más infames y peludos blandían Jackson, así que una Maison (que fue la que compré) debía ser pariente cercana, no? Además tenía un montón de botones (que me hablasen entonces de potenciómetros...). Era una de los mil millones de réplicas de la Fender Stratocaster, la guitarra más imitada del mundo, por la que pagué 25.000 pesetas, y a las que había tenido que añadir a regañadientes 10.000 más en el amplificador más barato de la tienda, un infame Prince de 10W de potencia mortal (si lo hubieses escuchado, sabrías que era mortal de verdad...). Con 210 euros menos en la cuenta bancaria, y 1.000.000 de la misma moneda en una mezcla de miedo y felicidad, me fui para casa.

Obviaré describir lo que me dijeron mis padres al verme entrar por la puerta. Supongo que al poner cara de buena persona, explicar que una de esas "roscas" era el volumen, y que mi padre hubiese sido un gran fan de los Beatles, se mitigó el golpe! Eso si, aquello empezó como un desastre! A la baja calidad de la guitarra (no seleccionaba las pastillas de la misma según el tono que quisiese conseguir, sino según la que hacía menos ruido), y el "contundente" sonido del transistor sardinero Prince, había que sumarle un aspirante a principiante subido de moral (el equivalente a un tonto motivado, pero amplificado). Toda aquella primera etapa se resume en una escena: Una tarde tocando una y mil veces, con uno y dos mil fallos, el riff inicial de Master of Puppets de Metallica, mi madre entró en la habitación con cara de haber sido sometida a una doble extracción de muelas del juicio y dijo "No puedes tocar otro "compás"?". Entendí que la repetición, en ocasiones, no lleva a la perfección, si no a la desesperación...

Si, yo tenía parte de culpa, pero aquel maldito amplificador Prince era la mayor parte del problema, con lo cual, al cabo de unos meses, tuve que ponerlo a la venta y hacerme con algo más decente. Un Aria de 35W con reverb incorporada! No sabía lo que era, pero seguro que me hacía subir varios escalones en mi nivel! Realmente así fue. Si eres guitarrista y estás leyendo esto en lugar de practicar, sabrás la importancia que tiene el equipo en no limitar tu habilidad, o también en camuflar tus carencias. No sé si era una cosa u otra, pero necesitaba mejor distorsión, así que, poco después de que aquel chico alto y delgado me descubriese el infinito mundo de los pedales de efectos, me hice con uno, un Marshall que tenía, para mí, la voz de los Ángeles con las alas del Diablo. Por supuesto el amplificador no fue el único damnificado... Mi Maison fue cambiada, no sin pena, por una Starfield, una especie de imitación en su forma de una Paul Reed Smith, de un color Rojo Vino precioso, a la que le instalé unas pastillas EMG al día siguiente de ir a un concierto de Slayer. Tras mucho tiempo, y 12 párrafos después, ya tenía un sonido que me satisfacía!

Poco después me enteré de que aquel chico alto y delgado, al que oí nombrar como Miguel, se había quedado sin compañero al frente de La Lonja del Instrumento, así que tras varias peripecias, hice mi primer cambio de puesto de trabajo voluntario, y me puse a los mandos, como co-piloto, de aquella locura de negocio. Fue como soltar a un niño con barra libre en un chiquipark, darle una navaja a un mono, una cartera a un político... como quieras decirlo! A pesar de muchas cosas extrañas en ese trabajo (éramos simples asalariados), fue la etapa laboral más feliz de mi vida. No hacía más que aprender, y aprender, y aprender, y tocar, y tocar, y tocar. Por el óxido de las cuerdas de mi Starfield, situado en determinados trastes, se podía saber qué escalas eran las que más practicaba, y por el desgaste y rotura de las púas, se podían cuantificar el número de horas de ensayo en solitario. He tocado mucho más luego, y muchísimo mejor, tomado clases particulares, ensayado con músicos que me centuplicaban en habilidad, pero sin duda fue en esa época, encerrado en mi habitación, sentado sobre un lateral de la cama, y notando el hedor apestoso de mi guitarra, tal vez tocada demasiado fuerte, cuando más aprendí.

Metido de lleno en el meollo, aquello no podía acabar ahí. Me hice con otro amplificador, ahora potente de verdad! Un Peavey Bandit 112 (que aun conservo). Aquello era un demonio con botones! Como disfrutaba de ese sonido! Tenía tanta pasión por él que, en cuanto entraba alguien en la tienda, con pretensiones que implicasen melena al viento, no podía evitar ser hipnotizado por mí haciendo palm mutes y tocando algo de Kreator... salían con dicho modelo con la puerta, previo pago, sin darse cuenta! Recuerdo que el chico alto y delgado (si, seguro, se llamaba Miguel) decía que tocar no sabía mucho, pero que contagiaba ilusión con mi estilo monolítico. La fiebre por el entorno guitarrista no podía bajarse con antitérmicos. Creí que la única solución sería adquirir otra guitarra, y si, si eres guitarrista, sabrás que ahora no me estoy refiriendo a un cambio de guitarra, sino a una segunda unidad! Alguien tenía para mí lo que necesitaba, una Ibanez RG 550, cargadita con 3 pastillas EMG y puente flotante que me llamaban como una sirena hacia las rocas. Si... me la vendió, ya sabéis, un chico alto y delgado. Por supuesto al bunker sonoro se unieron nuevos pedales y cachivaches con los que suplir mi falta de técnica.

Aquella etapa se vio en parte truncada por la muerte de mi padre, y por necesidades económicas y familiares tuve que dejar mi lugar en la tienda, pero no por ello mi pasión por intentar asemejarme a un guitarrista de verdad. Al cabo de unos años, conocí a quien, tras Iron Maiden, Metallica y Slayer, es mi mayor influencia musical: Emilio Cañas, vocalista de Deathless y de Death Silence, el que fue mi grupo musical. Cuando se inició el proyecto metalero, ya metido en la treintena, tenía que equiparme con una potencia de fuego seria, así que primero fue un Peavey Triple XXX (lo llamaban el Rectifier de los pobres, pero que de barato no tenía nada), un amplificador que tenía exactamente el sonido que siempre busqué (y pude pagar) y luego, un sueño hecho realidad, una Jackson Kelly KE2, la guitarra que usaba Marty Friedman, una auténtica obscenidad con 6 cuerdas... esta vez la artillería pesada fue adquirida en la tienda que, ahora si, montó Miguel. Un auténtico paraíso del guitarrista del que ya hablaré en otra ocasión.

Al acabar la etapa con la banda el silencio se hizo más y más presente cada vez. Pasé de tocar cada día, 2 veces por jornada, a que se contasen por trimestres las ocasiones en las que sacaba a una de las guitarras de su funda... y es ahora, en un momento inesperado, transcurridos 11 años desde que toqué en público por última vez, que se me presenta la ocasión de volver a actuar. No pienses en una reunión de "celebridades" del metal! Se trata de una actuación en el colegio de mis hijos! Desde hace mucho tiempo, desde que Erik empezó a ir a la guardería, me enteré de que era tradición que para el día de la patrona de la música (Santa Cecilia) padres aficionados a algún instrumento fuesen a los centros escolares a "deleitar" a sus hijos y a sus compañeros de clase. Como si de una competición atlética se tratase, me ilusiona doblemente. Por un lado, el concierto en si mismo, en el que actuaré ante 3 grupos de 50 niños cada uno, en 3 pequeñas intervenciones de 20 minutos, frente a un público imprevisible, que puede ser lo más agradecido o cruel del mundo, y por otro, el haber recuperado desde hace semanas la rutina de tocar, de jugar de nuevo a ser guitarrista, de aprenderme temas especialmente arreglados para la ocasión, de probar delante de Erik y Helia el ver qué les parece, de ver la cara de emoción de él imitando sin saberlo mis antiguos air guitars y cabeceos a la par que escucha una versión ultrametalizada de The Imperial March, de deshacerme cuando ella me abraza al acabar y me dice "eres el mejor tocante de guitarra del mundo" ... de escoger cual será la guitarra a usar para la ocasión, qué les explicaré a los niños, como les haré intervenir... y en pensar que, en cierto modo, los pequeños se regocijen y se lo pasen bien con el hedor apestoso de una guitarra eléctrica tocada demasiado fuerte.

8 comentarios:

  1. Lord!!!! Me honrais!!!!!! Recordad que lo pasamos en grande y eso es lo que nos llevamos!!!!!
    Por cierto... no sabia que ibais para batería!!!! ;)

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    1. Lord! Gracias por vuestro comentario! Lo que dije es cierto, y si, lo pasamos en grande! Casi podría escribir una entrada con cada concierto que dimos, a cada cual con anécdota más divertida!... Algunas caerán!

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  2. Queremos vídeo de la actuación!!! 😂

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    1. Jose Luis, gracias por tu comentario! Mmmm... si ya me llevó su tiempo hacerme Blogger, imagínate Youtuber! No sé si se grabará algo, pero si lo hay y no vulnero derechos de imagen, igual se puede colgar algo :)

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  3. Hola!
    Bueno, yo te conocí en plena etapa Death Silence y era como verte transformado en el escenario, como si se te olvidara el mundo y entraras en una nueva dimensión.
    La verdad es que no sabía cómo te habías adentrado en el mundo de la música y realmente estoy... FLIPANDO! Hace unos meses empecé un curso de guitarra (española) con clases particulares y sé que es extremadamente difícil, lo he dejado por frustrarme personalmente, lo cual me corrobora que eres un genio! Realmente, no hay nada como tener pasión por algo.
    Celebro que vuelvas a tocar, se nota que te hace feliz.
    Ah! Y no me estoy de decirte que no sólo eres un genio en música, también escribes muy bien!
    Adelante con tus próximos conciertos (y próximas entradas en este blog :-))
    Una abraçada!

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    1. Hola Dona Invisible! Un placer, como siempre, tenerte comentando!

      Si, me conociste en plena etapa de "competición musical". Además, y si no ando equivocado, nos viste actuar en los 2 conciertos más importantes: En el primero y en el último (sin saber que iba a serlo).

      Es una lástima que hayas dejado las clases de guitarra. Te animo a que, aun sin clases, intentes seguir, pues pocas cosas hay más gratificantes que fundirte con un mástil y que las cuerdas no sólo hagan vibrar a la caja de resonancia sino a tu propio cuerpo, y que, tras mucho esfuerzo, pueda sonar una melodía que te reconforte.

      Muchas gracias por tu consideración para con mis aptitudes musicales y de escritura. No me considero un genio en ninguna de las dos, pero apasionado en ambas? En eso estoy contigo!

      Una abraçada i fins aviat!

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  4. Bueno hermano, ¡¡¡que pedazo de entrada!!! No sabes lo que he disfrutado leyéndote, además de estar muy bien escrita (hay comparaciones y metáforas realmente geniales), has logrado emocionarme en más de un párrafo, pero de verdad... todavía escribiendo este comentario siento escalofríos. Además, en algunas cosas me identifico contigo plenamente, como bien sabes: el Heavy, los Maiden, nuestro primer concierto 'grande', el air guitar... Yo siempre deseé aprender a tocar el bajo, ya sabes, pero fui demasiado vago para dedicarle todo el tiempo que mi escaso talento hubiera necesitado y ahí sigue, haciendo de adorno en un rincón de mi entorno, recordándome que si quiero emular a Steve Harris, tengo un instrumento y, desde hoy, otra inspiración: la de tu tesón y tu ilusión.
    Muchas gracias por compartir esta historia.
    Y yo también espero que haya vídeo de esa actuación frente a los pequeños, me encantaría verlo, de verdad.
    Aldara comenzará en la escuela de música (algo que me hubiera encantado hacer a mi en los años 80) el curso que viene y, fíjate, a mi me hace ilusión que toque la flauta travesera, pero evidentemente le dejaremos elegir el que ella prefiera, a ver por donde sale, de momento entre sus juguetes favoritos hay una mini batería y un teclado que suena a rayos, también tiene una armónica que toca de cuando en cuando... Eso sí, la música le encanta y se inventa unas canciones con unas entonaciones imposibles y unas letras que te dejan de piedra jajjaja
    Un abrazo y felicidades por esta súper entrada!!!

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  5. Me emociono yo al saber que un escrito mío puede crear estas respuestas tan sinceras! Me alegro mucho, Hermano, de que te haya gustado tanto! Cuando empecé a escribir esta entrada no la tenía ni planeada. Me senté a escribir, me vino la frase de Zappa a la cabeza, y como estaba en plena ebullición con los ensayos, todo fluyó como cuando te sale un riff que queda para la historia (la historia particular, claro). Como le dije a Dona Invisible, nunca es tarde para sentir la llamada de un instrumento... o de varios! Yo creo que no hace falta ser un gran músico, ni un buen músico... pero que cierto conocimiento de la música y de un instrumento te hace entrar en otro estado de consciencia y te hace ver cosas que de otra forma no podrías... hace poco vi una entrevista a Kirk Hammett y decía cosas que sonaban a flipada "artística", pero que me doy cuenta que es justo lo que estoy diciendo ahora! jejeje! Te animo a retomarlo, y aprovecha que Aldara se pone con ello!!! Está visto que la música, aunque sea leer sobre ella, despierta sentimientos que si no quedan dormidos! Un abrazo!

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