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miércoles, 8 de noviembre de 2017

CAMBIANDO LAS TORNAS

Una de las cosas que me hacen darme cuenta de que me estoy haciendo mayor... mayor de verdad, es el asumir las funciones, conversaciones, a veces roles, que voy intercambiando con mis hijos. Supongo que no es algo extraño a quien lea esto y sea padre o madre...

Como referencia tomaré a mi hijo mayor que, por lógica, ha tenido más tiempo de dar la vuelta a las tornas en muchas situaciones. Recuerdo muy bien la primera vez que se intercambiaron los roles entre ambos. Él debía tener unos 10 meses. Acababa de cambiarle el pañal y al incorporarle y sentarle frente a mi empezó a sonreír más que nunca, se abalanzó sobre mí, me abrazó y me dio un beso! Me desmontó! Fue él el que pasó a mimarme y a darme cariño de forma activa, llegando más allá del que desprende un bebé de esa edad, si se puede hablar de edad con meses de vida.



Ya comenté en pasados escritos que ahora es él quien ha asumido el papel de atleta de la familia (seguido desde hace unos meses por su hermana). Tras mi retiro de la competición, y no tras manifestar sus quejas de no querer ser el único que quedase a merced de cronos, listones y cintas métricas, los madrugones de los fines de semana los sufrimos cuando él tiene alguna competición, y soy yo el que le anima (de la forma más contenida que puedo) en sus pequeñas carreras. El padecimiento ahora es distinto, cambiando el exceso de ácido láctico por el de sufrimiento, como el que pasé cuando le vi arrastrar desde la cara a las rodillas en el tartán de la pista de Can Llobet en plena carrera de la fiesta del club... sufrimiento que se vio mezclado por el orgullo de verle levantarse y adelantar a niños y más niños cual Son Goku a quien le acaban de quitar la ropa lastrada, llorando sin darse cuenta de lo que le debían doler las quemaduras.

En el apartado musical ya empieza a dejarme en evidencia de vez en cuando, en pequeñas cosas en las que me corrige cuando uso un término incorrecto para indicarle hacia donde mover la púa, o referirme a una cuerda o a otra. Lo hace como todo... con dulzura y sin regodearse, como es él.

En el ajedrez, aun siguiendo con esa dulzura, muestra mucha menos clemencia! Aunque sigo primero en el ranking de victorias padre/hijo pero ya dejé de contar las victorias que ha obtenido ante el que aquí escribe, y os lo aseguro, no me dejo lo más mínimo pues sería una ofensa a su inteligencia! Recuerdo una partida el pasado verano, matando el calor de la tarde en la mesa de la terraza... Una disputa que tenía (yo) muy dominada, con una superioridad de material manifiesta, y como me dijo "Papa... lo tengo muy difícil, verdad?". Le contestaba que si, que la cosa estaba complicada para él cuando antes de acabar de hablar sacó una pieza envenenada que me hizo mate en 2 movimientos sin tener yo alternativa alguna! Llevaba tramando el parricidio ajedrecístico desde hacía varios movimientos y muchas de mis capturas no habían sido sino parte de su crimen! Ahí muchas veces me hace sentir como el alumno... cuando tras acabar una partida contra su madre se me ocurre sugerirle que tal vez podría haber, por ejemplo, movido un alfil a tal posición. Entonces él empieza a recolocar las piezas en la situación exacta a la de la jugada a la que me refiero y procede a explicarme que no porque él quería hacer esto pero entonces la mama hacía esto otro y de esa manera entraba por aquí y no por allá... Yo no puedo más que mirarle atónito y decirle "hijo mío... yo sólo recordaba que había un alfil sobre el tablero, y donde lo guardamos al acabar de jugar".

Como tantas veces os cuento, me gusta mucho hablar con ellos. Recientemente le estoy pidiendo consejos en cosas que no son para nada de niños. Él en alguna ocasión se ha sorprendido y me ha dicho "es que yo sólo tengo 7 años...", pero su punto de vista, por muy infantil que pueda ser, no deja de tener una claridad absoluta que tala de un solo hachazo los árboles que no me dejan ver el bosque de mis problemas.

En nada volvemos a cambiar las tornas, y no me hace ninguna gracia... En unas horas es él quien pasa por el quirófano para una intervención menor para el Doctor y de carácter vital para mi. Es aquí donde vuelve a darme una lección. Ante mi operación del año pasado no dejaba de sentirme como un preso en el corredor de la muerte al que no le iban a dar ni su última cena, y sin embargo él hasta hace un par de días no ha manifestado cierto miedo y preocupación que casi no ha expresado "para no preocuparnos". Ayer estuve 4 horas en el hospital en sus pruebas preoperatorias. Intento retroceder hasta los 7 años y ponerme en su piel. Si, lo consigo y no, no lo hubiese llevado nada bien. Seguro que mañana él me infundirá más valor que yo a él por mucho que ya tenga preparada mi armadura, una coraza que simula ser de Mithril pero que no es ni de hojalata. De nuevo mi hijo volverá a darme una lección... maldita lección...

4 comentarios:

  1. Hoy seguro que nuestro peque nos dará otra gran lección cargada de inocencia.
    Besos y fuerza mi vida!

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  2. Vaya Hermano, espero que sea cuestión de poca cosa y que ese pequeño vikingo que ya te está dando lecciones se recupere en un santiamén, que seguro que sí!! Procura estar tranquilo y que no vea el miedo (yo también estaría aterrorizado en tu situación) en tus ojos, que puede ser que sea lo que más le preocupe.
    Bueno, a la espera de noticias, os deseo que todo vaya lo mejor posible. Un abrazo y se fuerte!!! Wassail!!!

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    1. Hermano, ya te comenté su problema. Intenté suplir mi miedo con humor. Estábamos él, Vanesa y yo en el Box preoperatorio y todo era buen humor. Al dejarle ya casi grogi entrando a quirófano no pudimos evitar salir afectados. Como sabes las noticias no fueron del todo buenas, pero fue despertarse y tranquilizarnos sólo con su fuerza y alegría. Un abrazo! Wassail!

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