Hoy hace exactamente 3 meses de la operación que detuvo en seco mis técnicamente discutibles zancadas marchadoras. Casualidad, ya que no era mi propósito el hacer una entrada en conmemoración de tal quirúrgica fecha.
Y si, hablo de que la operación fue quien interrumpió mis pasos, y no la hernia, pues ésta estaba acompañándome sin yo saberlo, desde septiembre del año pasado, y hasta el día anterior a la intervención estuve desgastando la carretera de Cerdanyola. Porqué ni paré en Septiembre para averiguar las causas del dolor que no me dejaba toser (ni otras cosas más escatológicas que no mencionaré aquí), ni en vísperas de pasar por el quirófano? La receta es muy simple: Una buena dosis de cabezonería, una ración extra de la escuela Vikinga de SIN MIEDO Y SIN DOLOR, una pizca (o dos) de inconsciencia, y una cantidad inmedible de amor por marchar. Hay muchos otros pequeños secretos en la mezcla, como el ser esta disciplina el clavo al que me agarraba para mantener la autoestima alta cuando en mi trabajo se encargaban de bajármela, el pensar en los gritos de ánimo de mis dos hijos cada vez que pasaba junto a ellos en una carrera... el sentir los brazos de Vanesa arroparme al acabar unos 20 kms, escuchar su voz mientras corría junto a mi los últimos 200 metros de la Maratón de Barcelona 2015...
En cuanto supe de la necesidad de tener que ser diseccionado, hice lo que todo buen deportista: Consultar al Doctor Google, y sin duda encontré lo que buscaba: Un montón de experiencias de ávidos atletas intervenidos que hablaban de la sencillez de la operación, y de como en un periodo de tiempo bastante corto estaban tomándose batidos de ácido láctico para merendar. Yo no iba a ser menos, no?...
... Pues parece que si, que iba a ser pero que mucho menos! El doctor en todo momento me habló de 3 meses de reposo, pero no, no era el Doctor Google, capaz de sentar al Doctor House en una trona y darle potitos! Aquel doctor sin duda no había topado con un tipo tan duro como yo!!! jajaja! Me río de mi mismo ahora! Las primeras semanas de recuperación fueron un calvario, y no hablo de plantearme el hacer cierta actividad física (no hablo de deporte), sino de no poder cambiarme sólo de ropa, de tener miedo de ir al baño, de forzarme a dar paseos de 10 vueltas al pasillo de casa y tener que sentarme comprobando antes que mi "masculinidad" seguía en su sitio!
Por supuesto, pedí cita de nuevo con el doctor Google, pues el cirujano que me intervino me visitó a las 2 semanas de abrirme y me dijo que todo estaba estupendo y normal, y que siguiese los plazos establecidos... pero como podía ser normal? Pues todas aquellos casos favorables que hablaban de recuperaciones rápidas habían sido borrados de los expedientes del cibernético colegiado, y ahora tan solo hallaba testimonios de gente que maldecía el día en el que se operaron. Salvo el de un tipo que aseguraba que prácticamente subió caminando por las escaleras del quirófano a planta, por aquello de hacer vida saludable, que seguramente se dio él mismo los puntos de sutura, y que se marchó a casa esa misma tarde, aprovechando para hacer una tirada larga a modo de regeneración, todo eran desastres y carnicerías... Es muy curioso como sólo vemos lo que queremos ver, y encontramos lo que nos interesa encontrar dentro de una realidad tan grande como que cada persona es un caso.
Decidí no desesperarme, no hacer caso ni a los que me hablaban en positivo ni en negativo acerca de MI operación, más que a mi cuerpo y al, ahora si, DOCTOR, con todas las letras en mayúsculas, que me intervino. Desde entonces todo ha ido mucho mejor, y mi cuerpo parece escuchar a mi mente (bueno... a veces).
El caso es que se acerca el momento en el que, si todo sigue bien y no hay sorpresas, reciba el beneplácito para poder recuperar mi actividad diaria y deportiva normal, y es para mi sorpresa, que no tengo ningún ansia por retomar nada.
No confundamos el no tener ansia con el no querer volver. Me sorprendo a mi mismo pensando y compartiendo esto, pues hace eso, 3 meses, hubiese firmado con sangre un contrato con el maligno para mi pronta reincorporación al mundo de la competición. Desde que hice un cambio de actitud respecto a mi estado, he podido aprovechar para retomar muchas cosas que tenía olvidadas, y otras que había dejado de lado. Claro que quiero volver! Pero no tengo fechas, ni objetivos, salvo el de construir, y construir, y construir, y reaprender a marchar, y aplicar cosas que no había querido hacer antes, y que el bracear a las tantas de la mañana sea motivo de felicidad.
Mi hijo Erik empezó a hacer atletismo este año. Empecé a llevarle a las pistas de mi Club aun arrastrando mi pierna izquierda, a mediados de Septiembre. Lleva viendo competiciones desde que era un bebé, e intentando marchar desde que empezó a caminar. Cada martes y jueves disfruto desde la pasarela superior de las pistas de Can Llobet viéndole disfrutar, jugar a ser atleta, en ocasiones secándole alguna lágrima porque "las monitoras me han dicho que no marche en la vuelta de calentamiento"... Otros padres observan a sus hijos en esa vuelta, que, como pre-benjamines que son nuestros hijos, toman como la final de un campeonato del mundo, y luego, antes o después, se marchan a tomar un café, a dar una vuelta... Yo me quedo mirando. No me malinterpretéis! Eso no les hace peores padres, ni me convierte a mi en un súper papi! Lo hago porque para mí es hipnótico verle disfrutar, jugar, hacer cosas bien, otras mal... y ojo, que luego sé que me interrogará para estar seguro de que no me perdí nada de su "entrenamiento"!
Ayer, en esa pasarela, sólo estábamos una madre y yo, y no era para menos. Hacía un frío al que el viento ayudaba a hacernos abandonar el aire libre y resguardarse con un café caliente entre las manos. Pero ahí seguía yo, en estado criogénico/catatónico, pensando en las horas que él y su hermana se han pasado acompañándome a tantas competiciones, pasando frío, calor, lluvia, madrugones... Café? Café de qué??? En esos momentos de observación he reflexionado mucho, y he dado con una realidad pasmosa! Antes me autodefinía como Marchador, y ahora lo hago como Padre. Como si no fuese compatible, verdad?
Eso si... ayer, mientras soportaba el aire cual estatua ecuestre, los Benjamines hacían ejercicios de marcha, y me dieron ganas de hacer pasar mis 44 años por 7, bajar a la pista, hacer cola con ellos, y mover la cadera una vez más.
Hola, zancada metálica!
ResponderEliminarLo peor que se puede hacer cuando se está enfermo es mirar el google. Es el demonio! Yo siempre encuentro lo peor, pones los síntomas que tienes (o crees tener) y te salen las enfermedades más malignas. O en tu caso, encontraste en cada momento lo que querías encontrar.
Por lo que veo, ya has pasado lo peor, paciencia y ya mismo estarás marchando al lado de tu hijo, pero espabila que te va a coger demasiada ventaja y no vas a poder seguirlo!
Una abraçada!
PS = tras tu tercera entrada, me declaro fan oficial de tu blog. Esperamos más entradas!
Hola Dona Invisible! Creo que el Demonio es más amable que el Doctor Google! Sobre la ventaja que me va a tomar Erik, aun estando en plena forma va a ser inevitable, siempre y cuando a él le siga gustando y quiera! Me alegra mucho tenerte como seguidora!
EliminarPues seguro que ya mismo estás en condiciones óptimas otra vez!!! Pero veo que de todo se aprende y quizá la operación te haya servido (saquemos algo bueno de lo no tan bueno) para tomar perspectiva y hacerte disfrutar desde otro ángulo de la marcha. Me parece muy sano el hecho de revisar las cosas (no sólo el deporte, si no todo en la vida) desde la óptica de los niños: nos damos cuenta de cuantos aspectos importantes hemos ido olvidando por el camino.
ResponderEliminarUna entrada muy buena, aunque ya había tenido un avance jejjeje
Me ha encantado lo de 'estado criogénico/catatónico' jajjajaja!!!
Un abrazo
Hey Alex! Bueno... el ansia inicial fue pasando! El dolor prolongado en el tiempo puede hacer cosas impensables en la mente. El estado criogénico/catatónico sigue ahí... en cuanto la criogénica gane a la catatonia, se acabó el Blog ;)
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